El País Digital
Martes 
16 noviembre 
1999 - Nº 1292

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OPINIÓN
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La polémica cumbre ¿Qué es una cumbre ibero americana?
 
Revista de prensa
 
Cuba merece más 
MIGUEL ÁNGEL AGUILAR 

He compartido en La Habana las vísperas de la IX Cumbre Iberoamericana junto con diputados del Parlamento Europeo populares y socialistas, como Gerardo Galeote y Emilio Menéndez del Valle; otros políticos, como el presidente de la Comisión Mixta Congreso-Senado para la Unión Europea, José Borrell; economistas como el profesor Julio Segura; historiadores como el profesor Santos Juliá, y una amplia representación de periodistas prestigiosos procedentes de todos y cada uno de los países de la América Ibérica y de un buen número de los países miembros de la UE, entre los que destacaban portugueses y sobre todo españoles. Participábamos en el V Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, que se ha ocupado de examinar las relaciones de este particular arco atlántico y, en especial, los acuerdos de la Cumbre de Río, las crisis económicas de la globalización y los atisbos de la nueva arquitectura financiera internacional. El intento era, además, sumar en el análisis las perspectivas de una y otra orilla.

 

El propósito no era debatir sobre Cuba, ni tampoco debatir con los cubanos, sino más bien abordar un temario de ámbito latinoamericano, pero hacerlo precisamente en La Habana igual que en años anteriores se hizo en las ciudades donde se celebraron las cumbres de Oporto, Isla Margarita, Santiago y Bariloche. Pero sólo en física se hacen experimentos en el vacío del laboratorio. Así que las discusiones de La Habana se celebraron en las condiciones de presión y temperatura propias de ese lugar en estos precisos momentos. Además, hubo amplia e interesada participación tanto de los responsables de los medios de información que allí tienen su sede como de los corresponsales extranjeros acreditados. Por eso una u otra vez, como dicen los de la trova, esto se puso caliente. Hubo muchas susceptibilidades, pero hubo sobre todo un reconocimiento por todos los ponentes y participantes de que todo fue dicho queriendo a Cuba y a los cubanos.

 

Desde luego, el contingente europeo para nada desfiló en formación. Los puntos de vista expresados fueron muy diversos y nadie aportó el inexistente bálsamo de fierabrás. En el V Foro, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos y por el Centro Iberoamericano de Comunicación y Estudios Sociales, se dieron los gritos de rigor contra la Ley Helms-Burton, hubo unanimidad en la condena del bloqueo norteamericano y se avanzaron deseos de progreso en las libertades públicas. Los interlocutores cubanos fueron muy contundentes cuando se produjeron menciones a la disidencia y se esforzaron por restarle representatividad mientras defendían los logros del sistema y reclamaban el derecho a defenderse en una situación de extrema gravedad a la que se ven reducidos por Washington.

 

Otro argumento favorito, esgrimido incluso por el nuevo canciller Felipe Pérez Roque, es el de la discriminación hacia Cuba a la que se plantean exigencias que decaen al negociar con otros países. Citan entonces el caso de China o de Vietnam. Pero, al hacerlo, pareciera que buscan sitio en la negrura de las excepciones y que ignoraran un principio honorable, el de que Cuba y los cubanos merecen más. Así lo acredita su historia, su personalidad, el lugar privilegiado en que se encuentra y la condición admirable de sus gentes. Y así lo sienten, desde luego, cuantos españoles conocen la Isla Grande y comprueban que es sin duda el país de América donde más nos quieren. Desde luego, en Cuba como en toda Latinoamérica necesitan que la UE se convierta en un nuevo actor de primera en la escena internacional porque estar a merced de una sola superpotencia resulta muy desfavorable. Eso sí, demostrando la habilidad de otras veces, en particular Castro parece haber empezado por incompatibilizarse con Javier Solana, que es quien tiene el encargo de instrumentar la Política Exterior de la UE.

 

En cuanto al presidente Aznar, después del incidente de las corbatas y del axioma "si tu mueves ficha, yo muevo ficha" que precedió al puñetazo en el tablero, ha regresado al cabo de dos años al punto de partida sin provecho alguno para nadie ni alcanzar el más mínimo progreso en la dirección proclamada. Desde hace muchos meses todos los esfuerzos han sido para preservar las relaciones sin alentar susceptibilidades, pero, eso sí, horas antes de aterrizar en La Habana ha proclamado: "Mientras Castro viva, no veo ninguna posibilidad de apertura ni de cambio". Es decir, le ha concedido la condición de Jefe de Estado vitalicio y, al mismo tiempo, vistos sus compromisos con la apertura y el cambio, le ha deseado la muerte. Diplomático comienzo. 

 
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