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El último vuelo 
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     Hacia varias semanas que el sol había cruzado la línea del ecuador, ganaba cada día en declinación norte poniendo fin al invierno, y dando la bienvenida a la primavera. Aunque la temperatura era buena para los habitantes de Amberes, nosotros no nos desprendíamos de nuestros abrigos, y observábamos con asombro, como ya muchos atrevidos, se quitaban las camisas en los parques, las muchachas sus shirts, y de vez en cuando, alguno que otro pedazo de teta se les escapaba en su deseo por acaparar los primeros rayos del astro rey, no solamente pedazos, hubo momentos en que salieron las tetas completas.
     La vista como siempre de inoportuna, no perdía aquellos ofrecimientos que disfrutábamos como un niño al que se le regalaba una pelota. Estas cosas de Bélgica y también de Holanda, eran uno de sus grandes atractivos, la gente caminaba sin inmutarse, aquello era algo normal, no existía en ese momento nada más importante que disfrutar del sol en su nueva visita. 

     Que gran diferencia con nosotros, pero bueno, cada cual tiene su razón; en Cuba habría que preguntarle a un cortador de caña qué opinión tendría del sol al mediodía, y cual sería su reacción, si un día caminando por un parque se encuentra con dos tetas apuntando al cielo desafiantes. Lo primero sería mirar, no sé porque esto es inevitable, después, bueno después de eso quien sabe.

     Cuando la cosa se estaba poniendo buena para nosotros también, se terminó la carga del buque y emprendimos el viaje de regreso para Cuba, a la salida del puerto el viento soplaba fuerte y la mar estaba movida, luego, cuando recibimos el parte meteorológico, observamos que el camino no sería fácil, al menos después de dejar el Canal de la Mancha, pues en el Golfo de Vizcaya entraba en esos momentos una galerna; sabíamos los más viejos que durante la navegación por las costas inglesas el barco no sufriría mucho, ya que estaríamos al socaire de la tierra y además, porque las aguas del canal al ser poco profundas, no originan olas de gran altura, pero amen del golfo, este lo conocíamos por su bravura, y no faltaron ocasiones en los que sentí miedo, lo llamábamos el cementerio de los barcos, y no por gusto; es raro el año en el cual no ocurra allí una tragedia, hoy un naufragio, mañana una colisión, pasado un yate perdido, y así todo el año, manteniendo a los servicios de guardacostas y rescate activos.

     Esa noche fue un verdadero infierno, pocas personas se pueden imaginar como sufren barco y tripulantes en situaciones como estas, no se duerme, no se come, no se vive, pero no se deja de trabajar, y todos le rogamos a Dios para que la máquina no pare; y cuando digo que todos rogamos, incluyo también a los militantes del Partido, porque hay que dejarse de boberías, cuando la cosa se pone fea, todo el mundo se acuerda del Señor.

     Gracias a él fuimos saliendo poco a poco de aquel mar de montañas y una mañana antes de entregar mi guardia y a mediodía de camino a Finisterre, observé como se posaba en lo más alto de la grúa Nr.4, la más pegada al puente, una paloma; Detuve lo que estaba haciendo y con los binoculares la miraba sin que ella se diera cuenta, era un hermoso ejemplar que llevaba un anillo en una de sus patas, una paloma mensajera que despistada tal vez por el mal tiempo perdió su rumbo y cuando las fuerzas le comenzaron a fallar se le apareció el barco donde salvar la vida. No era la primera ocasión en que esto nos sucedía, creo que era la tercera vez, aquí en el Golfo de Vizcaya.

     En las anteriores, siempre se les dio de comer y se les puso agua, cosa que esos hermosos animales aceptaban sin reparos, por lo general le poníamos chicharros (creo que le llaman petit pois), al menos son muy parecidos y sabíamos que este grano les gustaba a las palomas. De verdad que nunca protestaron, uno de esos viajes los marinos se adueñaron de tres de ellas y se las llevaron para Cuba, como las sacaron del barco no sé, otra, un poco mas descarada la llevamos hasta la Rambla de Barcelona porque no había forma de que se largara, al menos allí encontró otras palomas con las que enseguida hizo amistad, mientras que nosotros nos alejábamos sin despedirla.

     Suerte que tienen los animales de la misma especie, todos hablan el mismo idioma, no importan de donde sean, cuando se reúnen todos se comprenden, en esto Dios fue inteligente, ¿por qué no haría con los hombres lo mismo?, ¿cuantas peleas se hubieran evitado por malas interpretaciones?, pero bueno, ya el daño esta hecho.

     Aquella palomita y no solo esta, siempre es bien recibida por el marino, no solo palomas, cualquier animalito o planta que te ayude a salir de la monotonía diaria del azul eterno llega a tener una gran importancia en nuestras vidas, te da una razón en que preocuparte, hablar solo y de momento salir de este mundo unas veces agobiante; recuerdo que navegando en un barco muy viejo, visitaba mi camarote un guayabito (así le decimos a los ratoncitos pequeñitos), en busca de comida, lo encontré simpático y entonces lave un cenicero plano y de mi sándwich extraje el queso y se lo puse, (claro, no en todo momento teníamos merienda), al principio después de muchos titubeos se acerco y lo comió, pasaron los días y tomó mas confianza, y se me ocurrió ponerle el platillo vacío, pues miren que el muy cabrón se paro en dos paticas para reclamarme su ración. Nuestras buenas relaciones continuaron hasta que abandoné el buque, no sin antes dejarle instrucciones a mi relevo para que no matara a aquel pequeño amigo, con el cual muchas veces conversara.

     Le pusimos comida sobre la tapa de la bodega Nr 5 y en el alerón del puente, ella prefirió comer en este último lugar, al parecer porque veía menos gente, por el día estaba el Oficial solo, mientras que en la cubierta trabajaba toda la marinería. La paloma fue tomando mas confianza y se pasaba unos minutos observando para el interior, pero nunca se le ocurrió entrar y cuando hacíamos cualquier movimiento se echaba a volar. Fueron sucediéndose los días y sin darnos cuenta estabamos terminando de atravesar el Océano Atlántico, cuando pasamos por el Canal de Providencia creí que al estar cerca de tierra ella nos abandonaría, pero no fue así; después nos pegamos bien a la costa de Miami para aprovechar la contracorriente, y tampoco se marchó. 

     Tal parece que su destino final era Cuba, llegamos de noche y supongo que estaría durmiendo en su grúa, a esa hora ya no estaba para pensar en una paloma, nuestras llegadas siempre eran una tortura que duraban horas, hasta que por fin liberaban al barco y podías partir con tu familia, quienes llevaban mas tiempo aun desesperados. Fuimos directos al muelle de Regla para comenzar al día siguiente la descarga, por mi cargo tenía que presentarme antes de las siete de la mañana para coordinar con el puerto el inicio de las operaciones. Cuando todo había tomado un curso normal, y siendo mas o menos las diez, se presentan en mi oficina dos militares del Ministerio del Interior con escopetas de aire comprimido y surge la siguiente conversación;

     - Buenos días compañero, ¿podemos hablar con usted?.- Se presentaron los guardias.

     - Adelante y buenos días, ¿en qué puedo servirles?.-  Les dije.

     - El problema es que tenemos información de la existencia de una paloma que llegó con ustedes desde el extranjero.

     - Sí, con nosotros ha viajado dicha paloma desde el Golfo de Vizcaya.

     - Nosotros tenemos órdenes superiores para matar esa paloma.

     - Compañero, ¿pudieran decirme el motivo por el cual quieren matar a ese animalito.

     - El problema es que puede venir con alguna plaga, usted sabe de las armas con las que se vale el enemigo.

     - Chico, ¿no creen que se esta exagerando un poco?_

     - No crea, camarada, ya han introducido varias plagas de esa forma.

     - Estoy de acuerdo con ustedes, pero es que esa paloma cayó accidentalmente a bordo.

     - Sí, pero con el enemigo no se puede creer en accidentes.

     - Bueno, y siendo Cuba un país por donde pasan anualmente miles de aves migratorias, ¿se matarían todas?

     - No, porque existe un gran control sobre estas especies.

     - Si, pero esas vienen directas de Estados Unidos, y la paloma que ustedes buscan, viene de Europa.

     - Nosotros lo entendemos, pero usted sabe como son las cosas, órdenes son órdenes.

     - Ya sé, donde manda Capitán, no manda soldado.

     - Entonces, ¿puede informarnos donde se encuentra la paloma?.

     - Chico, la paloma duerme en una grúa y durante el día anda volando alrededor del barco.

     - Muchas gracias camarada, vamos a hacer un recorrido.

     Nos despedimos y ambos con sus escopetas al hombro partieron a recorrer la cubierta, después me quedé pensando en las barbaridades que se veían en mi país, a dos huevones que ganaban un buen salario tamaña responsabilidad les habían asignado. Esa sola no fue la visita que recibí de ellos en busca de la paloma, durante varios días insistieron, pero por suerte, nunca dieron con nuestra amiga. 

     El primer día, después que amaneció, la palomita fue hasta su comedero en el alerón del puente y allí se quedó mirando todo el paisaje, nada agradable por cierto; vió como llegaron los estibadores, mal vestidos, silenciosos, tostados por el sol, y cuando las grúas comenzaron a moverse, aquello la distrajo un poco. A eso de las nueve decidió dar una vuelta por las cercanías, el paisaje era aterrador en la loma más próxima, las casas pluriformes estaban construidas de materiales improvisados, unas veces latas, otras pedazos de cartón tabla, unos techos de tejas, de cinc, de papel sujeto por piedras, y ninguna estaba pintada, no se podía determinar como llegar a la cima pues no existían calles ni aceras, la palomita enseguida comprendió que aquel lugar debía ser de gente muy pobre, no por ello desechó la idea de conocerlo y voló en rumbo recto. Cuando había sobrepasado la cerca de los muelles se posó en un poste y miró para atrás reconociendo el terreno para el retorno, después emprendió de nuevo el vuelo. En la calle que esta en las afueras de los silos de Regla, había un grupo de muchachos jugando béisbol y hacia allí se dirigió, disminuyendo la velocidad y la altura del vuelo con la intención de posarse cerca de ellos como hacía en Europa. Un palomo cubano, que se encontraba en la última rama de un árbol, al darse cuenta de la imprudencia que estaba cometiendo aquella paloma, se lanzó en picada veloz para interceptarla, mientras le gritaba a toda voz;

     - ¡Levanta el vuelo!, ¡levanta y sígueme a toda velocidad! Levanta idiota.- Y la palomita muy asustada obedeció las órdenes de aquel extraño personaje, mientras debajo de ellos se oían los gritos de los muchachos;

     ¡Coñoooo caballeros!, dos palomas, abran fuego!.- Rápidos como un relámpago extrajeron los tirapiedras que cargaban en los bolsillos traseros, y una gran andanada de piedras siguió a ambas aves durante parte de su trayecto, una de ellas tocó las plumas de la cola de la paloma, pero por suerte, todo había sido solo eso, un susto, un gran susto para ser una bienvenida. El palomo la guió hasta lo alto del silo, y allí se posaron suavemente.

     - ¿De dónde vienes con ese hermoso plumaje?

     - Vengo de Francia.

     - Debí suponerlo, una turista más.

     - No soy turista, pero veo que lo mencionas con un poco de desprecio.

     - No creas que lo és, más bien sería resentimiento.

     - ¿Qué daño te han causado ellos?

     - Más bien ninguno o tal vez mucho, y si eres francesa, ¿cómo llegaste hasta aquí?

     - Perdida querido amigo, aunque no lo creas, y quisiera darte las gracias por salvarme la vida.

     - No hay de que, se la hubiera salvado a otro también, me imagino que tienes nombre.

     - Me llamo Veronique, pero mis amigos me dicen Vero.

     - Yo me llamo Juan, y mis amigos me dicen El Pendenciero.

     - Eso ¿por qué?.

     - Porque siempre ando en broncas, explícame; ¿cómo se te ocurrió acercarte tanto a esos muchachos? 

     - Precisamente por eso Juan, porque son muchachos y en Europa los enseñan a cuidar a las aves y las plantas, no solo a nosotras, a todos los animales.

     - Se ve bien que no eres de aquí, esos no son muchachos.

     - Como vas a decir que no si yo los ví, el mayor no debe tener mas de 14 años.

     - No hija, esos son Ninjas que estaban fingiendo jugar a la pelota.

     - Pero ¿cómo?, los Ninjas no son de Japón, ¿en qué país me encuentro?

     - No te asustes estás en Cuba, a estos muchachos le llaman así porque cuando los camiones salen con su carga del puerto, ellos se aprovechan de la baja velocidad de éstos al subir aquella loma y los abordan para robarlos, en ese corto tiempo tiran los sacos cargados de grano a la carretera.

     - ¿Y eso por qué lo hacen siendo tan pequeños?.

     - Por una sola cosa que es insoportable Vero, el hambre.

     - Bueno, por eso se roba en muchas partes del mundo, pero de ahí a matar a infelices aves como nosotras va un largo trecho, ¿sus padres no les han explicado que las palomas somos los símbolos de la paz?_

     - Cuando hay hambre no puede haber paz, este es un triste flagelo, cuando quieras conocer al hombre, dale mucho poder, o somételo a un hambre intensa, verás como se esfuman los valores y los sentimientos hasta que se convierten en animales de esos rabiosos y sangrientos.

     - ¿Por qué tienes arruinado tu plumaje y la cabeza rota?.

     - Por muchas pedradas de esos que llamas niños y por broncas con otros palomos.

     - ¿Es que peleas por placer?

     - Que poco sabes de este mundo, peleo porque aquí hay unos bellísimos palomos que son utilizados por sus dueños para enamorar a las palomas de otros palomares, y cuando éstas se dejan llevar por la seducción lo acompañan hasta lo que creen será su nuevo hogar cayendo en una trampa.

     - ¿En qué clase de trampa?.

     - Que una vez allí son encerradas por el dueño del palomo para su posterior comercialización, lo mismo vas a parar a un caldero de sopa que eres sacrificada para un trabajo de santería, ese es nuestro fin aquí.

     - Pero eso es criminal Juan.

     - Cuando hay hambre nada es un crimen Vero, por lo pronto apréndete estas reglas, no vueles bajo ni a poca velocidad, por donde veas eso que llamas niño no te acerques nunca, a nada que se asemeje a una casita y tenga un palito con unos cordelitos y veas que en su interior tiene comida.

     - Debe ser una trampa.

     - Exactamente, lo mas seguro es que salgas de ella directo al caldero.

     - Estoy muy asustada, creo que mejor regreso al barco en donde vine.

     - No sabia que así habías llegado.

     - Fue mi única salvación, estaba participando en una competencia y perdí el rumbo en un mal tiempo, por suerte apareció esa nave en la que hice el viaje hasta acá.

     - ¿Y piensas quedarte?

     - Tendría que conocer primero.

     - Entonces te invito a recorrer un poco mi ciudad.

     - ¿Vives por aquí?

     - No, vivo algo lejos, allá tengo a mis esposas que cuidan nuestros pichones.

     - ¿Por qué andas por estos lares tan peligrosos?

     - Solamente por comida, cuando esos Ninjas tiran los sacos del camión se rompen en muchas ocasiones, y por temor a la policía el grano que se regó por el suelo, ese es mi alimento y el de mi familia.

     - Creo que no es fácil la vida por aquí.

     - Mejor es que lo compruebes con tu propia vista.

     - Acepto tu invitación, volemos un poco.

     - Acuérdate de mantenerte a mi lado a la misma altura y velocidad.- Diciendo esto, ambos abrieron sus alas y Juan se lanzó primero seguido después por la bella visitante, su vuelo se dirigió a cruzar la bahía habanera en pos de La Habana Vieja y una vez sobre ella, Veronique no pudo contener esta exclamación;

     - Que mal olor Juan, ¿por qué esta el agua tan sucia?

     - No es mal olor, aquí se llama peste y el grado de contaminación es por el abandono, nadie se ocupa de limpiar esto que fue una hermosa bahía, aquí los barcos derraman combustible a su antojo porque nadie los vigila, y no solamente combustible, arrojan basura también, y los pequeños arroyos que en ella desembocan están contaminados, antes podías apreciar las manchas de sardinas, los sábalos, las gaviotas, pero de unos años para acá, sus aguas están muertas y no se ven señales de vida.- Llegaron a la otra orilla y cruzaron sobre los muelles, entonces Juan la condujo sobre la calle San Ignacio en dirección a la Catedral.

     - Juan, aquí esto se ve espantoso, esas casas apuntaladas, todas en general sin pintar y las calles muy sucias.

     - Estas mirando algo muy normal, esto que te estoy mostrando es lo que no ve un turista, pero no te preocupes; por esta calle llegaremos al lugar reservado para ellos y en solo unos metros notarás los grandes contrastes.

     - ¿Qué es aquel gran grupo de gente, una manifestación?_

     - No querida, esa es la cola del pan.

     - Desearía probar un pedazo, llevo mas de trece días comiendo chicharros.

     - Imposible, ese pedazo del que hablas te puede costar la vida, aquí solamente le dan un pancito por la libreta a cada persona, y como comprenderás; nadie se da el lujo de perder una migaja.

     - ¿Tan dura es la situación?

     - Bueno, como muchos de nuestros pobladores nacieron bajo ella, en realidad no saben si existen mejores, por eso te digo que es normal, así llevamos cuarenta años sin esperanzas de mejorar.

     - Mira, ¡una jaula! .

     - Creo que no hay muchachos, podemos bajar un minuto para que compruebes lo que te dije.- Descendieron y se aproximaron hasta aquella rústica construcción, en su interior descansaban varias palomitas con sus pichones, sin embargo, la puerta estaba abierta y éstas no escapaban.

     - Juan, ¿por que no se escapan?.

     - Es imposible Vero, les han cortado las alas.

     - Pero cortarle las alas a una paloma es quitarle su libertad.

     - Es lo mismo que pretender limitarle los pensamientos a un hombre, o querer callar su voz.

     - Esto es terrible, por nada del mundo viviría en esta situación.- Mientras tanto Vero trataba de sacarle unas palabras a aquellas palomitas que solo contestaban con monosílabos y con mucho temor.

     - No insistas, tienen miedo de hablar y éste aumenta cuando se trata de un extranjero.

     - Dios mío, ¿por qué?.

     - Porque el extranjero se va, y luego le temen a una represión. Partamos, no vale la pena.

     Volando por esta calle llegaron hasta Obispo, aquella zona estaba pintada y había sido restaurada de acuerdo a los tiempos de la colonia, Vero se dió cuenta enseguida que era el lugar destinado a los turistas pero no quiso opinar, y su vuelo los llevó hasta la Plaza de la Catedral, allí había muchos de estos foráneos regateando precios por artículos de artesanía, y pudo distinguir también que estaban fuertemente protegidos por la policía, que andaban en parejas o de tres en tres. No se detuvieron y Juan continuó su vuelo hacía una parte del malecón habanero, para que Vero disfrutara de la hermosa vista que ofrecen al visitante, el Castillo del Morro y la Fortaleza de La Cabaña, en la misma entrada a la bahía.

     - Cuando estuvo a la altura del Prado habanero, Juan se desvió para mostrárselo.

     - Ves este lugar, según los abuelos de mis abuelos, cuyos cuentos han pasado de generación en generación, una vez fue el centro de la ciudad, en este paseo se juraron amor eterno muchos de nuestros antepasados, los frondosos árboles que tenían le brindaban su generosa sombra a muchos abuelos que venían a leer la prensa o solamente a tomar fresco, siempre estaba lleno de personas y de aves, aquí reinaban el Gorrión, el Toti y nosotras, pero observa en que estado se encuentra ahora.

     - Los arboles son un desastre, el paseo esta muy sucio, pero ¿qué se hizo de las aves, Juan?.

     - Muchas murieron, otras se marcharon por no estar de acuerdo con esto, recuerdo lo que decían los viejos, cuando el paseo estaba lleno, como de hojas sus arboles, y vivíamos juntos todo tipo de aves; la diversión de aquellas era cagar a los que estaban sentados y después le echaban la culpa al Toti, perdona si soy un poco vulgar cuando hablo, pero tenemos la costumbre de decir las cosas de una manera muy natural.

     - No te apenes, en eso se parecen a los españoles, pero dime; ¿por qué le echaban la culpa al Toti?.

     - Por gusto, para joderlo, por ser un ave de color negro, por eso cuando algo salía mal en Cuba decían, como siempre, que la culpa era del Toti, pero ahora la culpa de nuestras desgracias se la echan lo mismo a un ciclón, que a los rusos, los chinos, pero por encima de todos a los americanos, a veces extrañamos al dichoso pájaro, al menos cuando lo culpábamos, sabíamos que el error era nuestro, aunque lo siguen siendo, pero los aparentes culpables están muy lejos.

     - De veras que los compadezco, es muy penosa la situación y ya siento deseos de marcharme a contárselo a mis compañeros, pero dime; esa reunión de gente allá abajo para que es, será otra cola?.

     - No Vero, esa es la llamada bolsa de permutas.

     - ¿Cómo que una bolsa en el medio de un paseo, no tienen oficinas?.

     - Por algo están allí, hubo un tiempo en el que se publicaban los deseos de las personas por cambiar su casa, en un periódico que se llama "Opina", pero parece que esto no le gustó al gobierno y lo suspendieron.

     - No puedo creerlo, ¿en qué puede perjudicar a ese gobierno que la gente anuncie que quiere cambiar de casa, vender un auto, o comprar un perro?

     - En nada, pero así es este sistema, los periódicos han sido hechos para las noticias que a ellos les conviene difundir, generalmente las que llaman revolucionarias.

     - Entonces, ¿no existe la libertad de expresión?.

     - Nadie sabe que es eso, al menos las nuevas generaciones.- En eso llegaron al parque central, de un lado Juan le mostró el Centro Gallego, del otro el Asturiano, el Hotel Inglaterra, el cine Payret y sobrepasado éste, nuestro majestuoso Capitolio, hogar antiguo de cientos de aves de las que ya no se oyen hablar, lo mismo que de su famoso diamante que marcaba el kilómetro cero. A la altura de la estatua de la India, Juan dobló a la derecha para tomar la calle Reina.

     - Ahora te voy a mostrar mi hogar y mi familia..

     - Sería un placer Juan, este paisaje triste me deprime.

     - Entonces volemos alto, yo vivo en aquella iglesia, en lo mas alto de su campanario.-  A los pocos minutos llegaron, y Vero se encontró con dos bonitas palomas en sus nidos dándole calor a sus hijos, al principio fue tratada con un poco de desconfianza pero cuando Juan les explicó lo sucedido, las palomas se mostraron hospitalarias y amistosas como nuestro pueblo, entablaron una amena conversación y ambas les contaban sus problemas y sus sueños, mientras Vero oía encantada cada cuento y notaba que aún existían seres que no habían perdido las esperanzas. Sin darse cuenta el tiempo pasó muy rápido, creo que veloz, y Juan se empeñaba en mostrarle mas de su pueblo, de aquella parte que no veía el turista, de aquella que no se vende, no por venderse, sino porque nadie la compra. Y después de la despedida partieron de nuevo, y volaron sobre la calle Carlos III, entonces en la parada de la guagua que esta frente a su antiguo mercado, Vero pudo ver a un perro muerto sobre la acera en estado de descomposición.

     - Por Dios santo Juan, ¿qué es lo que veo?.

     - No te asombres por eso Vero, ese perro lleva tirado en esa acera varios días y nadie lo recogerá, así estará expuesto hasta que se convierta en cenizas, y la gente esta separada de la parada por la peste, en cuanto llegue la guagua si es que algún día pasa, todos montarán en ella maldiciendo el mal olor, hasta que este se borre con el tiempo, y si pasa un día el camión de la basura, se repetirá el cuento, y el basurero se reirá de lo estúpido que fue el perro por dejarse atropellar, pero, no se molestará en llevárselo, porque eso no es basura y no le pagan por ello.

     - Tengo sed y nauseas, ¿podemos beber un poco de agua?.

     - No es muy fácil pero tratemos, vamos hasta la Fuente Luminosa que esta frente a la Ciudad Deportiva, nos queda un poco lejos pero es donde frecuentemente tomo agua cuando no hay niños, que generalmente es así, por estar en el centro de una rotonda.- Aceleraron la velocidad del vuelo, doblaron a la izquierda en la avenida de Rancho Boyeros para llegar hasta allá, y solo a la altura de la Plaza Civica, hoy llamada de la Revolución, el panorama cambió un poco. Cuando arribaron, la fuente estaba apagada y seca, entonces Juan propuso regresar y llegarse hasta la cascada que hay en el Hotel Nacional, en la esquina de la calle 23 y Malecón, pero ésta se encontraba en la misma situación, por eso, dobló a la izquierda, bordeando toda la avenida que bordea el mar, en busca de la 5ta avenida. A todo lo largo de este, Vero vio que estaba lleno de jóvenes y exóticas cubanas.

     - Parece que a la juventud le gusta disfrutar de los encantos de la brisa marina?.

     - Que ingenua eres, palomita mía, esas son Jineteras.

     - Pero no veo caballos para cabalgar.

     - Y nunca los verás, porque son lo que ustedes llaman putas o en un lenguaje más fino, prostitutas.

     - No puedo creerlo, ¿me dices que esas niñas se dedican a este oficio?.

     - Como lo oyes, y por el ridículo precio de hasta 5 dólares.

     - No puedo creerlo, un short time o lo que se traduce como un ratico con ella puede costar hasta cien dolares en cualquier país.

     - Tú lo dijiste en cualquier país, pero este es Cuba y la gente tiene hambre, por eso a veces detesto a los turistas que nos visitan con el propósito del sexo y después salen hablando maravillas de nuestro país.- Pasaron por encima del Río Almendares y Vero observó la contaminación del mismo, ya en la 5ta.ave, el paisaje cambió totalmente ante sus ojos, los árboles estaban verdes y uniformemente podados, había una gran variedad de flores, hasta ahora ausentes en todo el recorrido por la ciudad, las calles estaban muy limpias y no se observaban peatones por las calles, las casas eran verdaderas mansiones comparadas solamente con las de los barrios ricos de cualquier parte de Europa.

     - Esto es hermoso Juan, es sumamente bello.

     - Esta es una de las zonas congeladas.

     - ¿Cae nieve aquí también?

     - No, este es un país tropical, pero le llaman así a las zonas donde se requiere un permiso especial para mudarse, para que me entiendas, antes aquí vivían los ricos, ahora habitan los dirigentes del Partido y Gobierno, ellos se adueñaron de todas esas mansiones, existen muchas embajadas y otras personas a quien el dueño de la isla les regalara uno de estos palacios, como a Gabriel García Márquez y otros, podrás ver que el área del Laguito a donde te llevo ha sido cercada y custodiada, allí podremos tomar agua tranquilamente, puedes estar segura de que no esta contaminada ya que el dueño de todo esto puso una planta purificadora para sanear las aguas del río Quibu, así no los molesta ni el mal olor, debes tener cuidado con los niños de acá, estos no usan tirapiedras, ni matan por hambre, ellos usan escopetas de aire comprimido y lo hacen por placer, cuando no tienen nada en que se puedan entretener.

     - Estaré atenta a todo.- Afortunadamente, solo habían custodios ese ida por el área, y después de beber descansaron un poco antes de emprender el vuelo de regreso, allí Juan le mostró lo que había sido Villa Marigardo, Villa Viejo, la antigua embajada de Uruguay, en fin, todo lo que le había mostrado su padre, y lo que a este le mostró su abuelo.

     Durante el viaje de regreso Vero le propuso a Juan que llevara a sus mujeres a comer al barco durante el tiempo que éste permaneciera en el puerto pues allí la comida no faltaba. Después del largo recorrido, las grúas todavía estaban trabajando, entonces Vero se dirigió con su compañero hasta el alerón del puente donde compartió con gusto su comida, y Juan le prometio que volvería por ella muy temprano, se despidieron como verdaderos hermanos y vió ella como Juan se alejaba en medio del humo, el ruido y el mal olor de aquella bahía infernal.

     Pasaron varios días y Vero había recorrido toda la ciudad de La Habana, retornando cada día mas desilusionada y decidida a abandonar aquella tierra hospitalaria y hostil, rica y pobre, alegre y triste, habitada por seres que unas veces se confundían con fantasmas, con cierto parecido a la Monalisa, nunca se sabría si estaban contentos o lo estaban contentos, porque para saberlo había que llegarles muy dentro, lo que resultaba de momentos tan difícil, por no ser del todo sinceros. En una de esas salidas a la casa de Juan, Vero le preguntó por que vivía tan alto.

    - Para estar lejos de la realidad, para estar mas cerca del cielo, mas cerca de Dios, próximo al firmamento, porque no confío en los curas, ni en los sacristanes y menos en los monaguillos, porque no sé si con la misma mano que hoy me dan la hostia, mañana apretarán un gatillo.

     - Y si vives en esas condiciones ¿por qué no te marchas?.

     - Porque no quiero dejar atrás a los pichones, pero algún día crecerán, y les crecerán las alas también, y aprenderán a volar, y ese día yo volare con ellos, aunque sea mi último vuelo, porque me estoy poniendo viejo, y lo haré alto muy alto, y lejos muy lejos, tan lejos aunque tenga que llegar a otros planetas, a otras galaxias, a tierras extrañas, donde ellos puedan soñar sin que nadie interrumpa sus sueños, y sean libres como el viento, para que nadie destruya sus pensamientos.

     - Eres admirable, Juan, yo seré una portavoz de tus ilusiones, el mundo conocerá algún día que no todo esta perdido, y los que confunden a esta nación con un prostíbulo tendrán que comprender que existe un rincón de esta isla donde habita el honor, la vergüenza, el dolor, y que todavía existe una razón para sentirse orgulloso de ser cubano, y ese orgullo lo eres tu.

     - Gracias Vero, el día que te vayas, ese día se partirá mi corazón, yo sé que todavía hay gente sensible en el mundo, gente que les duele y sufren el dolor ajeno, habla con ellos para que un día nos comprendan y se llegue a comprender a nuestro destruido pueblo.

     - Así lo haré Juan, ahora me marcho y no sé si mañana regreso, tengo la impresión de que estamos llegando al final de un triste pero sincero episodio, solo te deseo una cosa, que cuando tus hijos vuelen hazlo, y que tengas muchos éxitos.- Se despidieron y no volvieron a encontrarse, al otro día en la mañana el barco zarpaba con destino a Cienfuegos, por el canal de la bahía Veronique lloraba mientras en silencio observaba al Cristo, la Cabaña y el Morro, el Malecón y el Prado, y a Juan que volaba paralelo al buque, mientras el alma se le desgarraba, así la siguió varias millas mar adentro, hasta que en silencio regresó por sus pichones, con su cabeza rota, las plumas partidas y el corazón destruido por completo, esa fue la ultima imagen que le quedó en la memoria a Vero, de su amigo Juan el Pendenciero.

     En Cienfuegos, durante las operaciones de carga de azúcar a granel, se aparecieron nuevamente funcionarios del Ministerio del Interior armados de escopetas y preguntando por la palomita mensajera, el mismo intercambio de opiniones se sucedieron infructuosamente, la orden de matarla venía de arriba como dicen en Cuba, como si vinieran del cielo, porque nadie sabe de quienes eran, pero por fortuna, nuestra amiga era mas hábil que todos ellos y a la hora de la partida para Europa, estaba allí en su grúa, y la comida nunca le faltó, hasta que muy próximos a Finisterre ella comenzó a volar en círculos sobre el barco, mientras ganaba en altura, cada vez mas alto, hasta que solo era una diminuta figura, y en uno de esos giros tomó un rumbo por nuestra amura de estribor, hacía donde se encontraba España, como para comenzar el recorrido de nuevo, hasta que se perdió de nuestra vista, hasta que se convirtió en un sueño.

     Poco tiempo después habían crecido los pichones de Juan y le perdían el miedo a la altura, comenzó con pequeños saltos, hasta que éstos se agrandaron, hasta que tomaron cientos de metros, y ya cuando lo estimo seguro, partieron todos volando a través del mar y sin conocer el futuro.

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     Amigos, la historia de la paloma es verdadera, esto ocurrió a bordo de la motonave "Bahía de Cienfuegos", la historia del perro putrefacto en la parada de la guagua es verdadera, la historia de la contaminación y la eliminación de las especies en Cuba es verdadera, y la historia del palomo Juan, el Pendenciero, bueno, Juan es cualquiera de nuestro pueblo, entonces es verdadera.

     Con mucho cariño, para todas aquellas personas que engañadas por la propaganda que consumieron, fueron de turista a Cuba, y al comprobar su triste realidad, son el mejor testimonio de todos los sufrimientos de nuestro pueblo. Con mucho amor para todas aquellas palomitas mensajeras que van a Cuba cargadas de ayuda humanitaria de las que les llega verdaderamente al pueblo.
 
 

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
1999.