Página de inicio

El plan tareco 

relato siguiente
Indice de materias
 
 

 

  Estaba agotadísimo, ese día había trabajado hasta el límite de mis fuerzas y llegué rendido a la casa, pudiera afirmar que derrotado y no tenía deseos de nada, ni de bañarme (algo a lo que muy pocas veces he renunciado), ni de comer (algo que tampoco me creo), ni de hacer cuchi-cuchi (algo a lo que no he renunciado aunque algunos equivocados nos consideren viejos)

 El caso es que se había desatado esa “gran lucha” (como todas las realizadas en 43 años para mantener dormida a la gente), ya no era contra el imperialismo con el cual nos dábamos la lengua, bueno, nosotros no, me refiero al gobierno. Ahora todos los carteles en las cuadras eran contra un enemigo común y más peligrosos que los talibanes (ahora somos más antiterroristas que el mismo Papa) Yo no sé si ustedes estarán enterados porque viven allá afuera, ahora las mesas redondas, las marchas, las concentraciones, los discursos, los círculos de estudio y todas esas boberías que nos han servido de aliento a la vida, están dirigidas en contra de los mosquitos, contra ellos es nuestra lucha y así lo tienen orientado todos los CDR (los chivas de la cuadra).

 En esa nueva tragedia contra el enemigo de nuestro pueblo, surge una nueva contingencia y me refiero al “Plan Tareco”. Hay que botar todo lo que no sirva, como si algo sirviera en estas cuatro paredes, de todas maneras no estoy para ella, pero mi mujer insiste, no solo ella, se ha sumado mi hija que inspecciona la casa militarmente con su pañoleta de Pionera.

-Pipo, hay que botar este diploma.- Me dice la chamaca mostrándome el diploma de “Internacionalista” firmado por Jorge Risquet.

-¡Coño! ¿Tu estás loca o qué? ¿No te das cuenta que ese es el único recuerdo que tengo de mi misión a Angola?- Le respondí encabronado.

-No te pongas bravo mi viejo, pero observa que está comido por los ratones y además orinado por ellos.- Me respondió con dulzura infantil. En medio de mi cansancio lo tomé y le di varias vueltas en mis manos, pude comprobar que era cierto lo que me decía.

-¡Bótalo a la mierda! En definitiva me ha resuelto muy poco y no creo que resuelva nada en estos tiempos.- Contesté con desgano.

-¡Oye viejo! Hay que botar este farol de mierda.- Gritó mi esposa y al mostrarme la pieza me sentí profundamente ofendido.

-¡Chica! ¿Cómo carajo voy a botar el único recuerdo que tengo de la alfabetización?-

-Porque esto es una mierda que no funciona, no hay camisetas, no hay luz brillante y lo único que hace es ocupar espacio en el closet.- Me respondió con la autoridad que ellas tienen en las casas, de verdad que aunque uno se crea macho, las que mandan son las hembras.

-¿Sabes? Tienes mucha razón, bota esa mierda al carajo, en definitiva, aquellos guajiros seguramente se han muerto o viven en Miami.- Sin pensarlo dos veces la flaca lo tiró al montoncito que se iba formando en el medio de la sala.

-¡Pipo! ¿Botamos el afiche del Ché?- me preguntó la chamaca.

-¡Carajo! ¿Qué tiene que ver el Ché con los mosquitos?- Le pregunté.

-Nada, pero como el marco está cundido de comején es mejor botarlo antes de que ataque las ventanas.- Tenía lógica su respuesta.

-¡Oye! ¡Bótalo a la mierda con su barba y su boina, en definitiva no ha resuelto nada!- Mi hija lo tiró al montón inmediatamente.

-¡Viejo! ¿Qué hago con todos estos libros?- Preguntó mi mujer.

-¿Cuáles libros?-

-Por ejemplo; Los Fundamentos del Socialismo en Cuba de Blas Roca, Fundamentos del Materialismo Dialéctico de Konstanstinov, El Capital, La Historia me Absolverá, etc., están meados por los ratones.-

-Aunque no lo estuvieran bótalos a la mierda.- Le contesté.

-¡Pipo! ¿Qué hago con este disco de Silvio Rodríguez?-

-¿Cuál de ellos?-

-El que tiene la canción del Playa Girón.-

-Mételo para el basurero porque él se olvidó de aquella época.- Sin darme cuenta en la sala se había formado una montaña de desperdicios, entonces mi esposa me dijo;

-Ahora tienes que sacarla para el medio de la calle, para cuando pasen las brigadas que limpien por el plan tareco.- Como era un hombre que había borrado toda huella de machismo gracias a la revolución, asumí el papel que me correspondía en el hogar (que nunca supe cual era) y comencé a sacar poco a poco toda aquella porquería cumulada durante años en mi hogar. Al tercer viaje cargado de basuras y arrojándola en la loma  de desechos que adornaban nuestra cuadra (sin fechas para su recogida) Me detiene un policía del cual no había notado su presencia mientras desarrollaba aquellas labores.

-¿Usted es el que está botando toda esa mierda?- Me preguntó el uniformado.

-Si.- No tuve otra alternativa porque me había agarrado con la mano en la masa.

-Pues se encuentra detenido por contrarrevolucionario.- Me dijo y me cagué al instante. ¡Riiiiiiinnnnnng! Sonó el despertador y me desperté todo apendejado, le voy a decir a mi amiga gallega que no me cuente mas nada de sus viajes a Cuba.

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
25-1-2002.