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 La paz en Angola
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 En medio de este ambiente cargado de muertes y guerras, sacerdotes violadores, escándalos continuos con orígenes en La Habana (quienes olvidaron la finalización de la guerra fría y dieron origen a la guerra sucia). Acompañado todo este panorama por los constantes crímenes producidos por los cuatreros de Colombia y quienes protestan para que no se les combata, porque nos privarían del placer de ver por la televisión unos cuantos muertos más. Una Argentina hundida sin piedad por la corrupción, un presidente venezolano que manifiesta, guardará el sable utilizado para gobernar a quienes lo eligieron democráticamente. Gente que se apiada de los talibanes de la misma manera que aquellos lo hicieron con su pueblo. El gran carnaval de Ginebra sobre los derechos humanos donde los violadores tienen voz e influencias, etc., etc.

 Rodeado de este ambiente que a veces produce miedo a la hora de prender el televisor, leo en un pequeño diario de Montreal y en un más pequeño artículo que en Angola se había firmado la paz. Debo suponer que sea cierto porque iba acompañada de una foto de Dos Santos y el jefe de la UNITA que sustituyó a Savimbi después de su muerte.

 De la muerte de Savimbi todos nos enteramos, un líder guerrillero que cae a los 70 años con el uniforme puesto. Siempre me he opuesto a toda manifestación de violencia con el objetivo de tomar el poder, pero debo hacer una parada obligatoria cuando hago mención a este personaje. Savimbi muere con la gloria que no disfrutarán todos aquellos generales que lo combatieron, sobretodos ellos, los que cargan el pecho de medallas sin haber salido de un buró y dirigido todas esas campañas desde las comodidades del aire acondicionado (Pudiera entenderse Raúl y Fidel Castro si lo desean). Contra él se utilizó parte del gran poderío existente en aquellos tiempos por el ejército cubano, incluyendo la aviación, arma que no poseyó la guerrilla de la UNITA en momento alguno. Sin embargo, no fueron suficientes 15 años de batallas y bombardeos a todas las selvas angolanas, ni la utilización de algo menos de 50000 hombres durante este tiempo para derrotarlo. Digo que eran menos de esa cantidad, porque una parte de ese personal desarrollaba tareas civiles, como lo fue mi trabajo en ese país.

 Hoy se habla de un aproximado a medio millón de seres los muertos en esa guerra y me llega una pregunta; ¿Cuál será la cuota correspondiente al ejército cubano? Lo pregunto porque donde cae una bomba, mortero, cañonazos, minas, ráfagas, cohetes, etc. No distingue entre guerrilleros y población civil. Deben haber sido bastantes las bajas causadas por las tropas de mercenarios cubanos (disculpen los que se sientan ofendidos al utilizar esa palabra contra los soldados cubanos, pero no cabe otra, se encontraban fuera de su país y respondiendo a los intereses expansionistas de la desaparecida URSS) Manifiesto que debieron ser bastantes porque muchas fueron las bajas cubanas sufridas en ese país también.

 Los muertos, muertos están dirán muchos de ustedes y tienen razón, ya estamos tan acostumbrados a su presencia diaria que sin ellos nos resultaría imposible vivir. Pero bien, y como manifesté al principio, las partes beligerantes en este conflicto llegaron a un acuerdo de paz sin que la presencia cubana fuera necesaria. Por eso me surge otra pregunta; ¿De qué sirvió esa cantidad de muertos para nuestro país? El tiempo ha demostrado que de absolutamente nada, solo para causar lutos, lágrimas, huérfanos y viudas.

 Cuba mantuvo durante 15 años unos cincuenta mil hombres en Angola, la permanencia de ese personal era de unos tres años en términos generales, por lo que se puede suponer que por allí pasarían unos 250 000  cubanos, cifra muy por debajo de la realidad cuando se sabe que algunas personas  fueron por un tiempo inferior. Un ejemplo de ello son los marinos de la pesca y mercante, sin contar a otros “asesores” de organismos gubernamentales cuyos pasos fueron similares a las de las golondrinas.

 Las tumbas de los cubanos solo eran reconocibles en los cementerios, por las rústicas cruces de madera identificadas por un numerito, el mismo numerito que yo cargaba en la chapilla rectangular de aluminio que, me entregaran en el Ministerio de Transporte de La Habana. Me cansé de contar numeritos en aquellos cementerios de la misma manera que sus familiares, se cansaron de esperar por la devolución de sus muertos. No fue hasta la retirada total y desmoralizada de aquellas tropas que sus seres queridos tuvieron derecho a llorarlos en su tierra. Oportunidad muy bien usada por el gobierno para levantar el espíritu nacionalista de sus pobladores. Oportunidad también muy hábilmente utilizada para desinformar, sobre la cantidad de muertos reales producidos en aquellas aventuras guerreristas. Un gobierno que nunca ha sido tonto en sus maniobras supo distribuir por municipios los cadáveres, conociendo la imposibilidad de un conteo nacional por el dominio absoluto sobre los medios de información.

 Se firmó la paz en Angola con la ausencia de Cuba, es más, sin la necesidad de la presencia de aquella Cuba arrogante y prepotente, sin la urgencia de una isla inflada como cualquier globo, tal vez como el de Matías Pérez. Recuerdo todos aquellos discursos desafiantes donde el gran emperador caribeño, manifestó que la retirada de las tropas cubanas nunca se vincularía a la independencia de Namibia. Finalmente y obedeciendo las órdenes de sus amos moscovitas, tuvo que claudicar y sentarse en la mesa de negociaciones. Recuerdo el descaro con el cual solicitara ayuda internacional para sufragar los gastos de aquella “desmoralizada” retirada. Siempre le ha sobrado algo a este individuo admirado por seres verdaderamente tontos, por no decir idiotas, se excede en la rigidez de su rostro. La comunidad internacional por solicitud de ese individuo, tendría que aportar el dinero de sus contribuyentes para que se retirara de un país invadido sin su consentimiento, ni apoyo, un verdadero descarado y la gente no lo comprende.

Se firmó la paz en Angola y hoy quisiera ser economista, para tener una idea exacta de cuánta riqueza producida por nuestro pueblo, se derrochó en una guerra que nunca nos correspondió. Pero en aquellos momentos de vana gloria vivida por los gobernantes cubanos, esos gastos se realizaban simultáneamente en otras tierras. Yo me encontraba en Angola trabajando cuando se produjo la guerra entre Etiopía y Somalia, cabe destacar que Somalia fue armada y entrenada por cubanos también. Se encontraban tropas de la isla en Mozambique y todavía hoy explotan muchas de aquellas minas sembradas por nuestros zapadores. Se mantenía al régimen de Nicaragua y sale a relucir el tráfico de armamentos cuando el juicio de Ochoa. Se asesoraba al inmoral y traficante de Noriega en Panamá. En fin, se realizaba una exportación de la muerte solo posible por una potencia y no por una isla dependiente de sus macheteros principalmente. Hoy tienen el descaro de hablar hasta la saciedad del “bloqueo”, como causa a la ruina experimentada en nuestro país.

 Pero volvamos hasta Angola donde participé trasladando tropas cuando la guerra, donde gaste un año y medio de mi vida trabajando por un dólar diario, donde participé en la retirada de aquellas tropas quince años después. Debe ser muy caro desviar toda una flota a los servicios de aquella guerra, no se sabe el costo de los fletes de aquellos barcos dedicados a la transportación bélica. Menos aún se sabrá el dinero invertido en el fletamento de naves extranjeras, para cubrir la ausencia de las nacionales en sus transportaciones comerciales. Nadie sabe el costo del desvío de las pocas aeronaves en servicio de esa guerra que no era nuestra, todo se sabrá el día que llegue a nuestra tierra una perestroika y comience a dar luz la verdad.

 Se firmó la paz en Angola y es muy probable que nuestro pueblo, haya recibido muy poca información sobre este acontecimiento. Las nuevas generaciones no conocen nada de lo acontecido, durante aquellas aventuras guerreristas del loco que ha gobernado por la fuerza durante estos 43 años. Hoy me vienen a la mente aquellos barcos camaroneros abandonados por sus tripulantes en el muelle de Petrangol, pertenecían a la flota camaronera del Mariel. Sus tripulantes se negaron a continuar pescando en condiciones infrahumanas, aquello trajo como consecuencias la desaparición de la flota camaronera del Mariel, y el espigón utilizado como base por ellos, fue utilizado posteriormente por Obras Marítimas para descargar arena de mar. Hoy me surge una pregunta; ¿Cuánto costaba cada camaronero abandonado? Si un camión con remolque anda por los 150000 dólares, deben imaginarse que cada nave de aquellas sobrepasaba el millón. Pero nada de aquello importaba al emperador cubano y dueño absoluto de la isla con todos sus bienes, sin obligación de rendirle cuentas a nadie de sus desafueros. Todavía existen individuos que culpan al “bloqueo” de los males que aquejan a nuestra isla.

 Se firmó la paz en Angola sin la molesta y detestable presencia cubana, no lo expreso por ser un enconado oponente al régimen, lo digo porque lo viví en carne propia. Nosotros fuimos más odiados que los colonialistas portugueses, les llevamos nuestros problemas y miserias, nuestros controles dictatoriales, nuestra hambre, nuestro racionamiento, nuestra demagogia y falsedad sobre el poder del pueblo sobre sus riquezas. Les llevamos más que nada, la muerte.

 Fueron muchos los barcos que vi arribar cargados de alimentos para aquel país, comida racionada a nuestro pueblo, un solo ejemplo de ello lo fue el buque “José Martí” con diez mil toneladas de arroz, que en Cuba se ofertaban racionadas por la libreta. No hablemos de los barcos cargados con huevos, pescado, leche cubana que a los niños nuestros se le suspende a los siete años. De Angola con destino a Cuba no se embarcó nada con carácter de intercambios comerciales, sencillamente aquel país sumido a una interminable guerra, no exportaba casi nada al exterior. Los viajes que di en el buque angolano “Ngola”, solo el primero lo dimos cargados de café, los posteriores fueron en lastre. Las condiciones a las que fueron sometidas nuestras flotas pesqueras eran detestables, estaban obligadas a dejar en aquel país la mayor parte de sus capturas, mientras que a los buques capitalistas no se les exigía tal condición. Angola fue una pesada carga para un país sometido al hambre y extrema austeridad como el cubano, sumemos pues, todas las aventuras simultaneas.

 Se firmó la paz en Angola y perdonen la redundancia, ¿fue informado debidamente nuestro pueblo sobre este acontecimiento? Lo dudo, porque no conviene meter la mano en una gaveta repleta de cucarachas. Lo dudo, porque no existirá una explicación que darle a todos aquellos huérfanos o viudas, ¿qué podrán decirle a esos hombres que en aquella fecha solo eran muchachos? Tu padre murió........... Tu padre murió........ Se les rayará el disco, pero no saldrá de nuevo aquellas palabras con las que durmieron a todo un pueblo, no podrán decirle a estos hombres; “Tu padre murió en nombre del internacionalismo proletario”.

 

 

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
5-5-2002.