Contrario a todas las teorías de los grandes ideólogos
comunistas, quienes
afirman, que las grandes deserciones de sus filas, se deben a la gran
penetración ideológica desatada por el feroz imperialismo,
el cual no
descansa en su afán por destruirlo, yo opino que esa gran batalla
se pierde
en esa enorme fábrica de enemigos que es el mismo sistema en
sí. El mejor y
más recalcitrante gusano sale generalmente de una familia encabezada
por un
comunista, les recuerdo que estoy hablando del típico comunista
cubano.
Nadie nace siendo católico, protestante, ateo, santero,
izquierdista,
derechista, comunista o fascista, todo el mundo nace encueros, digo,
si no
han cambiado las cosas en estos tiempos. Esa gran lucha por lograr
un
comunista comienza desde los primeros años de vida, los métodos,
los
momentos históricos, las situaciones económicas, el desarrollo
tecnológico
de los últimos años, los violentos cambios políticos
surgidos a nivel
mundial, etc y etc., han cambiado de acuerdo a esas exigencias, en
Cuba, lo
que antes era muy malo dejó de serlo y lo que era bueno se convirtió
en
malo, eso ocurre frecuentemente. Es por ello, que aquellos primeros
gusanos
no son tan malos y todo el odio se vierte en los nuevos, en realidad,
los
primeros no eran gusanos.
Desde que un niño da sus primeros pasos, en el seno de
una familia con
afiliación comunista, lo cual no quiere decir que se sea comunista
por
sentimientos, su educación tendrá como base ese programa
que le trasmitieron
a sus padres, eso ocurre hasta los cinco años, después
de cumplida esa edad,
el trabajo más profundo es desarrollado por maestros y otros
agentes
dedicados a esas labores dentro de la sociedad en cuestión.
Como primera norma, se le enseña a ese niño que
no debe mezclarse con
muchachitos hijos de gusanos, para esos padres, aquellos niños
son
considerados enemigos peligrosos para sus niños, ya que pudieran
transportar
el virus de la desviación ideológica y deben ser considerados
como tal.
Aquellos niños selectos para engrosar las futuras filas del
hombre superior,
no pueden acudir a fiestecitas, cumpleaños, reuniones y menos
aún, tener
relaciones amorosas con esos fenómenos cuando lleguen a la edad
adecuada,
que en Cuba es muy temprana.
Por lo general, los comunistas gustan vestir a sus niños
con toda la
austeridad posible, en la mayor parte de los casos alegan que es; para
que
sus hijos no se desvíen ideológicamente y evitar de esa
manera lo que ellos
llaman ostentación, luego, esto cambió un poco con el
tiempo y la llegada de
los primeros gusanos que se fueron de la isla, quienes abastecían
a sus
familiares de artículos que no existían en el mercado,
pero, no nos
apartemos del tema, comencemos a fabricar un gusano.
Antes de los cinco años, el niño no comprende muchas
cosas que suceden a
su alrededor, después de esa edad comienzan sus primeros contactos
con la
sociedad, pongámosle un uniforme escolar para su primer día
de clases,
algunos de ellos, acostumbrados a la tranquilidad del hogar o al ambiente
del Círculo Infantil, se impactará con el primero de
los millares de
matutinos que le acompañarán en su vida de escolar, allí
oirá por primera
vez hablar en serio de guerras, muertes, hambres, castigos severos,
críticas, delaciones, papá Fidel (que será una
constante), imperialismo,
etc. A los pocos días, le pondremos una pañoleta para
iniciarlo como pionero
y le enseñaremos la consigna de esa organización que
dice; ¡Pioneros por el
comunismo, seremos como el Ché! Esa consigna se la repetirán
esos millares
de veces que acuda a los matutinos en su vida escolar y nunca se le
olvidará, ahora, el niño no sabe quién es ese
personaje, ni comprende por
cual razón tiene que ser como él.
A la hora de la merienda y almuerzo (cuando había), se
le debe dar una
comida insípida y mal confeccionada, cuando el niño no
quiera comerla o
exprese que no le gusta, dígale que la culpa de eso la tienen
los
americanos. Cuando llegue a su casa y se encuentre con una situación
similar
(que es lo más común), dígale lo mismo. Cuando
se vaya la luz, no deje de
exclamar que es por culpa del bloqueo, de paso, si desea tomar un refresco
o
un vaso de jugo, insista que la culpa es del bloqueo, nunca olvide
de
repetir esto hasta la saciedad. Si el niño le expresa que le
gustan los
tenis Adidas que tiene un vecinito, que eso solo lo usan los gusanos
y si
insiste métalo para la casa, pues corre un grave peligro de
ser contagiado,
aunque usted no lo desee, el niño no olvidará esos detalles.
Participe con su hijo en los trabajos voluntarios de la escuela,
de esa
manera le dará el ejemplo y aunque usted se encuentre disgustado
porque le
jodieron el descanso, no se lo demuestre, llévelo a los trabajos
voluntarios
en el Comité de Defensa, participe con él en la guardia
de vigilancia
Pioneril, en la recogida de materia prima, pero en este punto debe
evitar
que entre a las casas de los gusanos, para que no vea nada de lo que
puedan
tener en su interior.
Dígale siempre que los Reyes Magos son un tupe, que no
existen, que hay
muchos niños en el mundo que no conocen los juguetes, que muchos
niños
tienen que trabajar desde horas tempranas de su vida y cuando le diga
que
tiene hambre, recuérdele que en Haití y en Etiopía
muchos niños se acuestan
sin comer. El niño no comprenderá esas justificaciones
suyas, pero se le
quedarán gravadas en la mente.
No olvide decirle que Dios no existe cada vez que tenga una oportunidad,
como por ejemplo; cuando se dé un golpe, haya un apagón,
no entre el agua,
se pase varias horas en la parada de la guagua, cáguese en Dios,
esto no
falla, pero atención, ponga mucha atención a las orientaciones
del Partido,
ya que habrá momentos en los cuales sea necesario alabarlo,
como sucedió
cuando la visita del Papa, pero terminada la función, cáguese
en Dios
nuevamente y dígale al niño que nosotros descendemos
del mono. El pequeño no
comprenderá esos repentinos cambios de opiniones, de verdad
no tienen
explicación, pero siempre busque una justificación, dígale
por ejemplo; que
es para salvar a la revolución y el socialismo, no lo convencerá
de momento,
pero el la aceptará.
Cada vez que pueda, reúnase con sus camaradas, hable de
los méritos
laborales, de las medallas adquiridas en misiones, los diplomas conquistados
(que deben ser cientos), mencione siempre las campañas agrícolas
en las que
ha participado, todo eso servirá de ejemplo a su hijo, son detalles
que no
se olvidan fácilmente y trazarán el rumbo a seguir por
el pequeño.
Con todos los avances obtenidos durante la infancia del pequeño
y el
estricto control que usted ejerce en su vida, debe sentirse orgulloso
de su
labor en la formación del hombre nuevo que tanto soñara
el Ché Guevara, pero
es de suponer que ese niño debe crecer y usted se dará
cuenta de ello, el
día que se encuentre sin camisa y note que sus tetillas se encuentran
inflamadas, como siempre se mantuvo involucrado en las actividades
partidistas, no se percataba de la llegada de ese momento y uno de
esos días
comprobó que tenía unos pelitos debajo de las axilas
y una débil sombra
dibujaba la parte superior de sus labios. Había llegado la hora
de dejar la
escuela primaria y su vástago tendría que partir a los
estudios secundarios
en el campo, muy lejos de su poder e influencia, aquella idea a usted
no le
agradaba mucho, sabía perfectamente la mala fama que acompañaban
a estos
centros de estudios, hubiera preferido que estudiara en la ciudad
bajo su
constante control, pero tenía que aceptar las disposiciones
de su gobierno y
fue así como un día cualquiera, a su hijo lo ubicaron
bien lejos, tanto, que
cuando a usted le preguntaban por él, respondía que estaba
becado en casa
del carajo, se le dificultaba verlo por la falta de transporte y en
la
medida que pasaba el tiempo, se esfumaban también su control
e influencia.
En el primer pase, de aquel muchachito, iban desapareciendo todos
los
rasgos infantiles de la misma manera que lo hizo el color de su uniforme,
es
innegable que el chico se encontraba contento ahora, no se lo decía,
pero se
alegraba por haber salido de su tiranía. Allí aprendió
muy pronto a bailar
Casino (cosa que usted no le había enseñado) pues siempre
la consideró vana
y frívola, para usted no existía nada más importante
que ser comunista, pero
el chico aprendió y se sentía muy feliz con aquello tan
pequeño. Mas tarde
pudo darse cuenta de que su hijo tenía el uniforme escolar transformado,
cuando le preguntó por ello, su respuesta fue muy simple, las
chicas de la
escuela se lo habían arreglado a tono con la moda. Su pelado
era diferente y
la explicación fue parecida, entonces, conversando de hombre
a hombre con
él, como hacen los machos, se enteró; que su niño
había tenido relaciones
sexuales con varias chicas de la escuela en los platanales, que a algunas
de
ellas le habían practicado abortos y con orgullo le mostró
la huella del
pinchazo que le hicieron, cuando donó sangre para aquella simple
operación.
Su hijo no paraba de hablar y expresarle sus gustos por las cosas nuevas
que
iba aprendiendo en aquella escuela fuera de su dominio, le hablaba
con mucho
entusiasmo de artistas y películas norteamericanas, no ocultando
su rechazo
por las rusas. Todo eso le preocupaba mucho, pero usted seguía
confiado en
la formación del hombre nuevo.
Cada día que pasaba iba perdiendo el control sobre el
muchacho, pero aún
así, usted insistía en continuar vistiéndolo con
la austeridad del momento,
para evitar cualquier posibilidad de contaminación. Lo que ignoraba
era que
más tarde, sus amiguitos lo vestirían en acorde a la
actual moda y él
disfrutaba mucho con aquello.
No por esas cosas tan superficiales su hijo dejó de estudiar
y sacar
buenas notas, pero, sus padres fueron llamados a una reunión
en la escuela,
donde se les acusaba de desviar ideológicamente a su hijo, razón
por la
cual, no tendría derecho a ingresar en la Universidad porque
ese centro era
para los revolucionarios. Es innegable que estuvo a punto de perder
la razón
y de sufrir un infarto, pero siempre confió en la justicia de
la revolución,
así, su hijo fue a parar a una escuela tecnológica de
muy mala fama.
En la medida que el muchacho se hacía hombre, comenzaba
a ver cosas que no
comprendía de esa sociedad que su padre le había dibujado
como perfecta,
chocaba de frente con la realidad de la vida y siempre oyendo las mismas
consignas, participando en los mismos desfiles, en todos los trabajos
voluntarios que programaban en su escuela, pero, donde nunca desaparecieron
las dificultades, las tenía para todo, para vestirse, comer,
divertirse,
viajar, bañarse, dormir y lo que más le dolía
de todas ellas, eran las
dificultades para poder «templar», era lógico que
así fuera, porque su hijo
se encontraba en esa edad, en la cual, cuando se levanta en las mañanas,
la
sábana de la cama tiene la forma de un circo.
Su hijo como buena cosecha del hombre nuevo, terminó aquellos
estudios que
le habían asignado en contra de su voluntad y logró un
empleo por medio de
un «socio», pero ajeno a lo que había estudiado,
sin embargo, era muy
conforme y pronto se adaptó a su nueva condición de «proletario».
Llovieron
las reuniones del «Sindicato», movilizaciones para la agricultura,
trabajó
incansablemente en las microbrigadas, siguiendo el ejemplo de su padre
cumplió una misión internacionalista y en esa incansable
lucha por la vida,
le salieron las primeras canas, muy joven por cierto, con solo veinticinco
años, pero nunca dejó de oír lo mismo, del bloqueo,
del futuro, del
imperialismo por el que un día llegó a sentir espanto
y bla, bla, bla,
siempre lo mismo.
Con unas canas adornándole el cabello, que lo convertían
en un hombre
interesantísimo, se enamoró locamente y se casó,
pero después de aquella
pronta decisión, sus dificultades aumentaron, no encontraba
donde vivir
porque en su casa, la casa que era del comunista de su padre, ya no
tenía
cabida ni un gato. En el cuarto matrimonial usted vivía con
su esposa,
acompañada de dos literas, una para los varones menores, allí
dormían
Camilito y Fidelito, en la otra y separada por una cortina que había
perdido
los colores de sus flores, dormían las niñas; que no
lo eran tanto, porque a
Celita le daba la menstruación y a Haydesita se le inflamaban
cada día más
las teticas. Por esa razón, su hijo siempre se preguntaba si
sus padres no
tenían relaciones sexuales.
Los otros dos cuartos de la casa estaban ocupados por sus hermanas
mayores, con sus maridos y tres hijos cada una de ellas, tampoco podía
imaginarse de que manera templaban, siempre pensó que lo hacían
en el baño
parados, por eso se demoraban tanto cuando estaban adentro y bañándose
con
un cubito. Entonces y teniendo su esposa las mismas dificultades, no
tenía
otra alternativa que marcharse a las posadas, pero aquello era una
tragedia,
las colas eran muy largas, otro día estaban cerradas por falta
de agua o
porque no tenían sábanas y el día que existían
ambas cosas, entonces no
tenía dinero. Para que cansarlos, el hombre veía su mujer
desnuda de Pascuas
a San Juan, todo lo demás era trabajo y las mismas consignas
que había oído
desde que tenía cinco años.
El tiempo iba pasando velozmente aunque en esa tierra nadie pudiera
detectarlo, nada cambiaba para el que estaba jodido y cuando lo hacia,
era
que la situación empeoraba, se daban cuenta del paso de ese
tiempo, en la
medida que la ciudad y el país se destruía, aumentaban
las arrugas y se
multiplicaban las canas, pero, lo que siempre se mantuvo joven, fueron
las
consignas y las marchas, acompañadas de una gran dosis de baba.
Fue así, que aquel muchacho convertido prematuramente
en hombre,
desarrolló en su interior un gusanito que fuera sembrado en
su escuela
secundaria, comenzó a ver las cosas por sus
colores, vio como vivían los dirigentes que no se cansaban de
pedir
sacrificios, sufrió que lo marginaran en su propia patria, que
lo
consideraran un ciudadano de segunda, mientras al turista por sus dólares
alababan. Le dolió profundamente ver a vecinitas como jineteaban,
ante la
pasiva mirada de sus padres, muchos de los cuales eran entrañables
comunistas, vio como se recibía con bombos y platillos, a aquellos,
que un
día expulsaron a patadas y que muchos no habían envejecido
tanto.
Comprobó que todo era un cuento, que usaba como cimientos
las medallas
ganadas en el deporte, las desconocidas escuelas y los hospitales a
los que
el pueblo llamaba mataderos, mientras que aquello de lo que tanto se
hablara
en su niñez nunca llegara, entonces, decidió no perder
más tiempo y se
perdió de la noche a la mañana.
La familia se alarmó por la desaparición de su
hijo, hasta que un día, se
apareció una mula en la casa, llevaba consigo un paquete que
contenía
cositas para todos y un sobre con una carta, una carta premiada con
billetes
verdes para que se pudieran llenar la panza, la carta decía
entre otras
cosas; «Dile al viejo que me engañó».
A partir de ese momento nació un odiado gusano, de esos
que duelen porque
son de la nueva generación, donde en su elaboración,
nada tuvo que ver el
imperialismo, pero, si han leído hasta aquí, permítanme
explicarles como se
fabrica un comunista, no se preocupen que no es largo el tema, es bastante
sencillo.
¿Cómo se fabrica un comunista?
Es muy sencillo, trate de conseguirse un saco que sea bien resistente,
luego, llénelo con todo el material que no sea reciclable y
encuentre en su
casa, de no tener a su disposición salga a la calle y sin vergüenza
trate de
llenarlo con todo lo que vea tirado, es posible que los otros ciudadanos
lo
alaben diciendo que usted se preocupa por la limpieza de la ciudad.
Cuando ya el saco esté lleno de porquerías, trate de
cazar un mosquito o en
su defecto cualquier insecto indeseable, hágale una trepanación
y ese
cerebro se lo injerta al saco, eso es un comunista.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
30-06-2000.
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