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En el pais de Alicia

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Alicia es hija de Juan Pirindingo y vive en Canadá desde hace varios años, no son pocos ni muchos, sólo los necesarios para haberse adaptado a esta sociedad o ser devorado por ella, cualquier definición le viene bien a la chica que no le importa mirar por el espejo retrovisor de la vida. Pirindingo fue como muchos hombres de su tierra, de aquellos que se entregaron en cuerpo y alma para construir un nuevo país y una nueva era. Algo muy grande debió sucederle al hombre para que desde temprano cambiara de palo pa rumba, como dicen los suyos, gente varada en el tiempo.

Ella siempre fue una muchacha que nunca le diera importancia a las cosas que la rodeaban, eso sí, era bastante decidida y emprendedora. Por tal razón y al poco tiempo de llegar a Canadá, Alicia movía todos los caracoles como piezas de ajedrez con un solo propósito, se las jugaría todas contra nada para traer al novio de su vida. Pirindingo no se oponía a aquellas relaciones, solo lo encabronaban las cuentas telefónicas que nunca bajaban de ochocientos dólares. Gracias a Dios que por esas fortunas grandiosas del destino o tal vez por los trabajos que ella le ponía semanalmente a Ochún, a su novio le dieron la visa cuando el padre estaba casi a punto del infarto con el asunto del telefonito.

El muchacho llegó y se puso a trabajar enseguida, las aguas tomaron su cauce mientras esperaba por la residencia para poder viajar, debo confesarles que es bastante pendejo para el frío y todos los inviernos promete que se marcha para la yuma, luego, cuando comienzan a romper los tulipanes se olvida de sus promesas y disfruta la vida como todos los de esta tierra, porque increíblemente y a pesar de la férrea resistencia, a él también se lo está devorando esta tierra. Está más gordo, hace mucho tiempo que se desempercudió y de medio jabao que era al llegar, ahora pasa como rubio y su casi pasa como pelo.

El Jabao a los tres años de estar aquí solo tenía en mente una idea que, lo atormentaba con la demora de sus papeles, soñaba diariamente en visitara a su abuela antes de que se fuera en ese largo viaje sin regreso y que generalmente llega sin aviso. Trabajó ininterrumpidamente esos tres años y además de comprarse lo necesario para vivir confortablemente, incluyendo un auto de uso pero que se mueve, y al que le ha puesto la mano encima de vez en cuando, olvidando aquellas pesadillas de viajar en camello.

El momento llegó y Alicia se dijo; <<Bueno, él irá a ver a su abuelita pero yo lo acompañaré, nadie me lo va a jinetear ahora.>> En parte tenía mucha razón para pensar así, ellos conocían mejor que Pirindingo la situación del mundo maravilloso que se vive en su país. Para nada les importaron los criterios en voga sobre los traedólares o llevadólares, ellos no lo eran y solo deseaban visitar a su familia.

El Jabao alquiló un pequeño auto para moverse en aquella ciudad, siéndoles mucho más fácil cumplir sus deseos. Sus envejecidos amigos celebraron muy pronto el cambio experimentado no solo en el físico, algunos no lo pudieron reconocer a primera vista. Se notaba distinto en todo, en la manera de expresarse, gestos, gustos y también en la pérdida de anticuerpos porque enseguida cayó con diarreas y gripe.

Uno de esos días decidieron disfrutar de la playa y el sol como en tiempos pasados, ahora lo hacían desde la otra orilla bastante visible para los naturales e inexistente para muchos turistas ciegos. Eran nacidos en aquella tierra y disfrutaban de privilegios que solo tres años atrás les fueran negados, pero la vida es así, es la fuerza que tiene el dólar.

Cuando el hambre los apretó un poco fueron a uno de esos kioscos existentes en la playa de Santa María para saciarla, los acompañaba uno de los hermanos del Jabao y su novia. Sentados en ese negocio estatal donde todo lo que se consume se tiene que pagar con la odiada y amada moneda, pidieron unas ensaladas, cerveza y pizza, mientras esperaban en animada conversación, donde sobresale el tema de la curiosidad nativa por la vida más allá de aquel horizonte frente a sus narices. El empleado de la "Casa Club" que es el nombre de aquel negocio trajo lo comandado, pudieron ver las ensaladas compuestas por verduras marchitas y la pizza se encontraba mal oliente y falta de todo tipo de presentación.

-Compadre, esta pizza huele mal, "mira a ver" (una expresión muy común en el país de Alicia) si la puedes cambiar por otra.- Solicitó correctamente el Jabao.

-Mi hermano yo lo siento, imagínate tú, esta pizza hay que pagarla y de verdad que no tengo dinero para ello.- Contestó con nerviosismo el camarero.

-Bueno, pero el problema es que yo no te puedo pagar por un producto en mal estado.-

-Yo te comprendo, yo sé que esa pizza es una mierda y que huele mal, pero el problema es que como te cuento, aquí hay que pagar por lo que se ordena.-

-Perfecto, mira yo voy a consumir las ensaladas y las cervezas yo pagaré por lo que consuma, aquí no me pueden obligar a pagar por algo que no voy a consumir por estar en mal estado, huélela para que veas que no te estoy mintiendo.- El muchacho se acercó el plato hasta la nariz.

-Mi hermano es verdad lo que dices, si yo fuera el dueño de este negocio no la vendiera, pero ya sabes, yo solo soy un empleado.-

-¿El gerente se encuentra aquí?-

-Si, ahora te lo llamo.- Un minuto más tarde se apareció un individuo de mal aspecto y sin dar tiempo a explicaciones le dijo al Jabao.

-Lo siento pero tiene que pagar por lo consumido.-

-Claro, yo estoy de acuerdo en pagar por lo consumido, pero yo no he tocado esa pizza que está en mal estado.-

-Lo lamento, pero como usted la ordenó la tiene que pagar, así son las reglas del juego.-

-Bueno, entonces me llamas a la policía para hacer una denuncia sobre esto. Manifestó el Jabao ante la intransigencia del tipo. El tiempo corría, ya llevaban más de una hora en ese tira y encoge. Habían llegado a las seis de la tarde y pasaban las siete, ahora solo faltaba esperar por la presencia de las autoridades. Muy próximo a las ocho de la noche se aparece un policía de tránsito en una moto, ambas partes exponen sus puntos de vistas y el hombre les responde que eso no era asunto suyo, que no se explica por cual razón le habían ordenado intervenir en el problema. Marchó hasta la moto y por el equipo de radio solicitó la presencia de otros policías. Aquellos llegaron casi a las nueve de la noche en un microbús, eran alrededor de siete. La mayoría se reunió con el gerente mientras uno de ellos escribía una pequeña nota que decía; "Declaro haber consumido una pizza y me niego a pagarla."

-Oye yo no firmo eso porque la pizza está entera, yo no la he consumido.- Respondió el Jabao, además, yo he sido el que solicitó la presencia de la policía para hacer la denuncia ante este robo.

-Entonces en ese caso deben acompañarme hasta la unidad, así que suban al auto y síganme.- Fue toda la contesta dada por el agente, en el microbús embarcaron al gerente de la "Casa Club".

Cuando Alicia intentó entrar a la estación de policía de aquel maravilloso país fue detenida por uno de los agentes.

-No puede pasar.- Dijo el uniformado.

-¿Por qué no puedo pasar? Yo vengo con él porque soy su esposa.-

-Si pero él se encuentra en calidad de detenido.- Contestó el policía.

-¿Cómo que detenido si él fue el que solicitó que llamaran a la policía para hacer la denuncia?- El tipo la dejó avanzar hasta donde se encontraba el Jabao, frente a él sentado se encontraba el oficial de guardia.

-Puede entregarme su pasaporte.- Solicitó el individuo dando muestras de extrema autoridad, el jabao lo sacó de la mochila y se lo entregó.

-Así que usted es ciudadano cubano con residencia en el exterior, creo que la cosa se va a poner bien fea y tendré que comunicarme con inmigración, aquí el que consume paga.- Dijo a secas y sin poder ocultar desprecio en sus palabras.

-Si, pero es que yo no me he negado a pagar por lo consumido, aquí está la pizza en mal estado, usted puede olerla para comprobar lo que le digo.- Terminando las últimas palabras la puso encima del maltratado buró.

-Si está bien, pero el asunto es que usted la encargó y hay que pagar, esas son las reglas del juego o de lo contrario se complican las cosas.- Respondió amenazadoramente. El Jabao comprendió enseguida el mensaje que le daba descaradamente aquel oficial.

-Perfecto, aquí tiene los dieciséis dólares, ¿ya puedo marcharme?- El tipo tomó el dinero y se lo entregó al gerente mientras aprobaba su salida de la unidad. Una vez en la puerta de la estación un policía llama al Jabao.

-Compadre mírame, yo soy joven como tú y sé que tienes toda la razón del mundo, trata de no tener problema para que puedas disfrutar tus vacaciones y regresar a Canadá, tuviste la mala suerte de coincidir con el oficial más hijoputa que hay en esta estación, acuérdate que la envidia por tu situación los mata.- El jabao le agradeció aquellas palabras y se marchó a toda velocidad de allí. Eran las diez y media de la noche.

En la medida que pasaban los días Alicia y el Jabao se desesperaban por terminar sus vacaciones, y abandonar una tierra a la que ahora se negaban a pertenecer. El nerviosismo los invadió cuando los acontecimientos terroristas en Estados Unidos, los vuelos fueron suspendidos y ellos se encontraban atrapados en una ratonera sin salida, porque eso es la maravillosa tierra de Alicia. Pirindingo por su parte vivió sus días de angustias también, él sabía perfectamente que cualquier cosa se podía esperar del loco que gobernaba la isla. Gracias a Dios y a los caracoles de Alicia los vuelos se reanudaron, hoy disfrutan de los vídeos grabados en una ciudad que parece haber recibido todas las bombas de Viet Nam e Irak juntas, aterrador era el panorama filmado por las calles Belascoaín, San Lázaro, Infanta, el barrio Colón, las montañas de basura acumulada durante un mes en el barrio de Alamar, los peligrosos baches que se multiplican a diario, la ausencia de ómnibus en calles que antiguamente eran arterias sumamente transitadas. El que vea esas filmaciones sentirá espanto al ver los efectos demoledores de ese sistema en la isla maravillosa de Alicia, y los abismos tan profundos que existen en comparación con las zonas concurridas por turistas. Ya en la tranquilidad del hogar Pirindingo sufría cada imagen de algo que perteneció a una vida pasada, Alicia y el Jabao permanecían en silencio a su lado, no era necesario que le explicaran el recorrido hecho por cada rincón de la ciudad, entre ruinas, paredes apuntaladas, gente cruzando las calles como zombis por doquier, otros proponiendo cualquier bagatela como negocio tratando de subsistir, y muchos que nunca han visto nada fuera del horizonte que le han tendido de trampa mortífera contentos, ¿contentos de qué se preguntaba Pirindingo?, contentos por un nuevo kiosco tal vez, una tienda con malos servicios que solo les sirve para mirar los productos que tal vez nunca podrán comprar, contentos porque no pasa el camión de la basura, contentos con una tristeza oculta que no muestran a nadie y muchos no son capaces de captar. Contentos quizás por las diarias borracheras porque si algo no ha faltado es el alcohol.

-¿Cuándo regresan nuevamente?- Les preguntó Pirindingo para romper el hielo dejado en el ambiente por los vídeos.

-No pensamos regresar más, comenzaremos a ahorrar para disfrutar las vacaciones en otra parte.

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá
19-09-2001.