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 LAS ABUELITAS 
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    Cárdenas es una pequeña ciudad, yo preferiría llamarlo pueblo, que está al sur de la península de Hicacos, donde se encuentra enclavada la hermosa playa de Varadero. Esta ciudad posee un puerto de su nombre, pero por caprichos de sus diseñadores, ella crece hacia el sur apartándose del mar, eso sí, fue concebida, respetando las más estrictas exigencias de la geometría. Todas sus calles son rectas y corren paralelas, sus manzanas son perfectos rectángulos o cuadrados, y toda su extensión es totalmente plana. Como no es tan grande, uno se para en la punta de cualquier calle y divisa con facilidad su final. La visité en muchas oportunidades a bordo de barcos y nunca me sentí atraído por ella, porque Cárdenas no fue favorecida como otros pueblos, con bellezas naturales que la distinguieran, como lo es Baracoa con su Yunque y hermosa bahía, Cienfuegos con el precioso Pasacaballos, Santiago de Cuba, Trinidad, en fin, hay muchos ejemplos. 
    Casi desde la salida del puerto, nace su calle principal y a poca distancia de este, su parque, con un hotelucho, el correo y otras edificaciones, como se hacía en esos tiempos de su fundación. Pocos centros de diversión para los pobladores y en lo que respecta a su economía, Cárdenas ofrece muy poco para su mano de obra, de gran relevancia solo pude observar al puerto y la fábrica de ron "Arechavala", lo demás, eran puestos de servicios menores sin gran importancia económica, es posible que existan, pero esto no es un estudio, son solo mis recuerdos. Esta situación siempre obligó a los pobladores, a emigrar hacia Varadero en busca de empleo, de lo contrario, debían dedicarse a las faenas agrícolas. Es conocida como la Ciudad Bandera, debido a que fue en esa ciudad, donde se confeccionó la actual bandera cubana, esa es la importancia histórica más grande que posee. Los cardenenses deben sentirse orgullosos, por tener una de las ciudades que en mucho tiempo, era una de las más limpias y tranquilas de Cuba, en estos momentos ignoro su estado. Su principal avenida, era recorrida diariamente por atractivos coches tirados por caballos, estos eran muy populares y resolvían el problema del transporte, por el bajo precio de un peso. Hoy desconozco si los equinos pudieron vencer la dura batalla contra el hambre del pueblo, o cayeron heroicamente en esa lucha, como le sucedió a los gatos, que pasaron a formar parte del martirologio cubano. 
    Este es el pueblo de Elián, el de su familia y el de esas abuelitas que hoy visitan a los EU, reclamando su devolución. Cárdenas debe haber sido invadido por la pobreza extrema, como le sucedió a la mayoría de los pequeños pueblos del interior de la república. 
    Las primeras vistas televisivas de la familia de Elián, mostraba a una típicamente humilde familia cubana, recuerdo perfectamente aquella falsa, sobre la celebración del cumpleaños del niño en su ausencia, donde se mostraba un enorme pastel, que nunca niño cubano hubiera soñado. Los rostros de esos familiares, eran presa de la confusión por el mal momento que se encontraban viviendo, en todo momento inspiraban compasión, sus palabras eran confusas también, pero nada de esto es capaz de engañar a cubano alguno, nosotros sabemos perfectamente que se movía detrás de las bambalinas, para saber estas cosas no hay que ir a una universidad, solo se requiere una condición, ser cubano. 
    Mas tarde, presentaron un video de la casa del padre, queriendo imponerlo como prueba, de que el niño vivía con él. Nada más falso, en Cuba cuando existe una separación, por ley, el niño continua bajo la custodia de la madre. Eso pudo haberse filmado cualquiera de los fines de semana, que se le conceden al padre para tenerlo con él. Pero lo que me llama la atención de esa corta vista interior, es el estado de pobreza en la que vive el padre, debo aclarar, que esto es algo generalizado en Cuba. Todo el pueblo ha sido llevado a condiciones de miserias nunca experimentadas en nuestro país. En todas las vistas posteriores, la vestimenta de ellos, era la común al trabajador cubano de pocas entradas económicas. 
    Hace solo unos días, se bajan de un Jet privado, dicen que propiedad de un Reverendo de no sé cuál religión, pero debe ser de esas de las que hacen pacto con el diablo, estas dos señoras que son las abuelas del niño Elián. Me quedé sorprendido ante semejante cambio experimentado por ambas mujeres, elegantemente vestidas, pelo con tintes recientes y peinados que las hacían lucir mucho más jóvenes, dejando todo parecido, con aquellas abuelitas de Cárdenas. No sé por cual capricho me martilla la mente, que la consigna de los pioneros cubanos, deberían aplicarla estos "Pastores", al final de cada misa, en lugar del conocido "Amén", deberían gritar: "Pastores por el comunismo, seremos como el Ché", me parece que les queda muy bien. 
    Pues ese día las abuelitas hablaron, la primera fue la trigueña, la paterna. Esta no había perdido a nadie en el naufragio, ella solo era una enviada de su dueño, con el fin de rescatar al siervo perdido. Se observaba soberbia, arrogante, imponente en las palabras que expresaba, según las leía, claro, esas eran las que estaban autorizada a decir, no había nada de su propia inspiración, nada espontáneo, palabras propias de una abuela herida. Aunque las mojara con algunas lágrimas que en Cuba le llamamos de cocodrilo, no podía ocultar la típica bravuconería cubana, aquella, que utilizan nuestras mujeres en las colas de las bodegas, cuando están desesperadas. 
    Luego, en la otra parte de la comedia, habló la madre de la difunta progenitora de Elián, el día que escribí el artículo " La Pachanga de Eliancito", me abstuve de dedicarle alguna letra a esta señora, comprendiendo el dolor por el cual debió estar pasando en aquellos momentos. Hoy no la perdono, si en aquellos días de Diciembre sentí un poco de dolor por ella, en estos días de Enero no puedo ocultar mi desprecio por esta arpía de vieja maquillada. Oírla hablar provoca náuseas y no es para menos, creo que sus falsas palabras, debieron sacudir de ira el cadáver de su hija en el fondo del mar. Cómo es posible que esta vieja pueda decir, que su hija no descansará en paz, hasta que Eliancito regrese a Cuba, cuando su hija perdió la vida por sacarlo de ese infierno. En otras oportunidades he escrito sobre los niveles de miseria humana, a las cuales se ha llevado a nuestro pueblo, donde madres han sido capaces de delatar a sus hijos, y a otras le han comprado el silencio, con la entrega de alguna limosna. ¿Por cuánto habrán comprado a esta vieja? Será con la promesa de mudarla a una casa en La Habana y sacarla de aquel pueblo, no es de extrañarse, eso ya lo han hecho. 
    Es inaudito todo lo que está sucediendo, el cobarde padre bien merece algo peor, por su infame papel en esto, que es mucho más que una pachanga, lo dejaré para otro instante. Sin embargo, hay algo que me ha llamado constantemente la atención, en todas las vistas que pasan a diario por los noticieros. Es muy probable que muchos se hayan dado cuenta de esto, me refiero, a la distancia que guardan ambas abuelas, nunca las he visto tomadas de la mano, mirarse a la cara, sus planteamientos no guardan mucha relación, demostrando, que se mastican pero no se tragan, como decimos en Cuba. Deben existir viejos rencores de parte de la materna, por el rompimiento de ese matrimonio, que en definitiva es, una de las causas indirectas de la pérdida de su hija. Debe haber mucho mas, eso lo saben ellas. 
Las palabras de la abuela materna son despreciables, porque ella debió tener conocimiento de la partida de su hija con el nieto, ahora se aparece con la versión de que aquella fue forzada a abandonar la isla, es absurdo, en esas condiciones nadie llevaría a otra persona en una fuga, por el temor a una delación. Con la muerte de la hija se murieron las esperanzas de ayuda que recibiría de ella, ahora viaja en busca de su botín, el nieto representa para ella mas de lo que es en realidad, y se impone la necesidad del canje, todo suena fantasioso y morboso, pero así es Cuba para el que no la conozca. 
    La otra abuela, la más altanera y habladora, habla de secuestro y de mafia, se niega a reunirse con su familia, ahora su hermano es un enemigo, sabrá Dios cuanta ayuda recibió de él en todo este tiempo transcurrido. Mafia, palabra que repite el cobarde del padre, que pena que haya muerto Víctor Hugo, aquí tendrías un buen material para una mejor novela, escrita en este Macondo del Caribe. 
Dice la abuela materna que ella está muy sola, lo expresa con esas lagrimitas de cocodrilo, yo le digo que no se apure, porque en el infierno tendrá mucha compañía. Mientras tanto, encerrado en una de sus fortalezas, ese enfermo maniático que es dueño de esa isla, estará utilizando todas sus tácticas maquiavélicas, como si estuviera dirigiendo una guerra, como lo hizo cuando Cuito Cuanavale, porque a ese niño hay que llevarlo como sea, nadie puede quitarle el privilegio, de que le suspendan la leche cuando cumpla los siete años. 
 
 

 
 

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
27-01-2000.